Perversa sombra que circunda a mis sentidos;
Voces malditas de fantasmas poseídos;
Ruidos que infestan y corróen confundidos,
la única paz que se vuelve en alaridos.
Sombra perversa incestiva y pecadora,
Lujuriosa vaciedad que me incita en ésta hora;
Mostruosa en celo zalamera y soñadora,
Indigna pestilente... vil y trepadora.
Destrózame si quieres con tu deseo ardiente,
con la llama de fuego que fluye de tus ojos;
Recuéstate en mi lecho de cardos y de abrojos;
Succiona de mis venas su líquido candente.
No dejes ni una gota del río en la vertiente
de tétricas pasiones ¡insana alma de fuego!
Invádeme en torrentes de lúgubres gemidos, y luego
que me extásies ¡espérate silente!
Pervierte mis deseos con tus locuras fuertes
¡Anégame en tu cieno! ¡Sucúmbeme en tu vicio!
Condéname en tu seno allí en tu precipicio;
Y al penetrar tu vientre descubre tu sentido;
Disfrútame entretanto me invades poseído;
Presiénte la lujuria de tu sadismo inerte.
Recorre tus espasmos y exhala tu buhído,
Mientras te bese siempre...
En mis locos desvelos de penas y de muerte.