Bajo el árbol seco de un jardín,
nuestras manos se llegaron a unir,
cuando el cielo suplicaba,
que las hojas nos cuidaran;
pues habían ciertas frias gotas
que también mojaba a las rosas.
Fue un fiel suspiro de tu alma
que inció esa noche mi calma
y la labia sabia que entonabas,
a música de ángeles se asemejaba.
y pronto las estrellas brillaban sin cesar,
radiando de colores que tu has de crear.
El sentimiento empezó sin mas espera,
bajo el árbol seco aquel de peras
y el testigo fiel llamado viento,
escuchaba palabras que hoy son recuerdos.
Sin más hoy solo pienso,
que no vivo de mis recuerdos,
pero me gusta mi pasado
pues de todo me a tocado.