El es un hombre honesto, sencillo
manso como cordero que recibe la caricia de su pastor
es humilde, paciente, trabajador
amante de los verdes campos, muy tranquilo.
Ella a veces es soñadora,
inquieta como las aguas del mar en movimiento
emprendedora, con una pizca de orgullo
amante de los libros, con ansias de superación.
El esperaba encontrar en su alma gemela
una compañera dócil, pero valiente en la adversidad
ella buscaba algo igual
un soñador, inteligente y listo, su hombre ideal.
El AMOR se quito el sombrero riéndose de ambos
linaje, ocupaciones, edad, gustos, no tomó en cuenta
solo pensó en que ambos eran criaturas humanas
y un rojo atardecer decidió enlazar sus almas.
Ella iba de uniforme
colgando de un bolso sus libros,
él se dirigía al hogar llevando una cesta de frutas,
había pasado el día recogiéndolas del campo
bajo un sol abrasador que le obsequio una piel morena.
Soy estudiante, dijo ella con la mirada firme
soy un labrador dijo él, con los ojos humildes
ella se enamoró de la paz que encontró en su alma
y él se perdió en los laberinto construidos por los sueños locos de ella.
Suspiró feliz, al verlos juntos sonreír
una vez más venció diferencias y críticas,
cumplió su misión, dió vida a dos corazones necesitados de amor,
cantando se va a tejer una nueva historia de amor.
Oh!…casi olvidó su sombrero
….su fiel compañero, cada ves que se lo quita
caen un par corazones rendidos a sus pies,
calmaos todos…..otra vez lo lleva puesto hasta una nueva ocasión.
Por: Verónica Amador Mérida