Del regreso a casa
En el taco de las horas del regreso a casa
quién dijo que la espiga no puede meditar,
quién dijo que la vida tan sólo nos arrasa
porque nos da y nos quita la boca por besar.
Tumultos, congestiones, sirenas, atropellos,
la calle no es la calle sino selva mayor,
los hombres son los peces detrás de los destellos
de un cielo menos agrio, de un sol con voz de flor.
Y en redes de su viaje y en barcas de su afán
los hombres van sin tiempo ni agallas ni futuro,
los hombres sólo quieren la mesa, el Dios y el pan.
Y en pleno taco encuentran las dudas con su muro,
las ganas ya perdidas de construir su plan,
y la ola en que se vuelven apuro, apuro, apuro.
23 05 12