Y en una vida llena
de pesadumbres y tristezas,
lo único que cuenta
es una intención.
Al intento de ayudar,
resolver el mal ajeno,
al intento de enmendar
se le llama intención.
A la lucha y la defensa
de una causa ya perdida,
al soportar la ofensa
hacia uno proferida.
Y lo intenté, eso es claro.
La intención, pues, contaba,
y descubrí algo extraño:
la realidad tan cruenta.
Ahora debo decir
que ya lo comprendí.
Por más que se intente fingir,
es la vida la que te enseña
que la intención no cuenta.