Jugando jugando, un raro dia te encontré,
alla en la espesa arena, allá con el viento,
en esa extraña playa, de colores de miel,
tus ojos en mí, con tus labios sonriendo.
Mirabas mirabas, tranquila, a este especimen,
sinceridad y poesia envuelta en crudeza,
palabras y hechos raramente coinciden,
por eso me mirabas con cierta rareza.
Mi tarde aturdida, de alcohol en mis venas,
de locos desvelos, de sueños perdidos,
encontraba tan pronto en tus ojos ceñidos,
un sentir de viento y de aguas serenas.
-Quisiera conocerte pero estoy muy borracho
-Quisiera tocarte tu piel y cabello de seda,
-Estoy tan borracho que tocarte las manos
-Es igual de dificil y raro que mirarte siquiera.
Recuerdo penoso aquella tarde de abril,
y no fue tan mala despues de esas cosas,
Disculpas siguieron parecian sin fín,
Y hoy tu mano en mi mano... ¡valla que cosas!