Afuera llueve, mi amor.
Palpando nuestros cristales
la humedad crece a raudales;
calla desnudo el pudor.
Hay un temblor, sin temor,
serpenteando en la piel.
Muerdo tu boca: clavel,
donde la ansiedad se posa.
Mi lengua, cual mariposa,
se recrea con tu miel.
Beso tus pechos ardientes
con sus pezones erguidos;
te disuelvo los sentidos
entre caricias candentes.
Tus mogotes atrayentes
despiertan todo el furor.
No importa si alrededor
el tiempo pasa ligero;
sólo hacerte mía quiero.
Afuera llueve, mi amor.