Lánzate a mi cuerpo
cual fiera hambrienta,
clava tus perlas blancas
en mi sedienta carne
y has hervir la sangre
que envuelve mi alma.
Llévame a la orilla y
lánzate conmigo
al lecho del abismo.
Imprégname de ti,
como la tierra
de los rayos del sol.
Riega en mi cuerpo
tu lluvia que fecundará
y volemos en
éxtasis soñador.
deja en mi las caricias...
que nuestro lecho,
nuestro universo,
jamás revelará.