Tienes el cabello sujeto con
un cordón y su inseparable
pincho de madera,
pero cada que paso junto a ti,
sigo lanzado a tu
cabeza el confeti de mis
deseos silenciosos.
Quisiera ser el lápiz que
tomas con tu mano,
o todo el borde del vaso
en el que tomas agua,
la pantalla en la que
fijas tu mirada,
o el respaldo de la silla
en la que descansas
tu espalda.
Quisiera ser el audífono
que colocas en tú oído
y decirte que
aún te quiero,
para que cantando
me repitieras lo mismo.
Más me preocupa que empieces
a desenredarte el cabello,
se muy bien que lo sacudirás
airadamente,
y todo el confeti multicolor
de lo que siento,
caerá nuevamente
hasta
abajo,
hacia
el suelo.