Recuerdan los más viejos del poblado,
Cuando todavía las copas de los árboles cubrían los cielos,
Habitaba un cazador de corazón valiente, y honor intacto.
Las costumbres de generaciones enteras, pasaban siendo legado
Y la armonía del hombre con la naturaleza, era una sola.
Hasta que dejó de sonar el canto del pájaro,
A secarse la tierra y ya no quedaban peces en el río sagrado;
Desaparecieron las sombras de las copas de los árboles,
Nuevas enfermedades vinieron con el hombre blanco,
Hasta sus religiones fueron extinguidas y repudiadas.
Y cuando a sus muertos fueron a llevar la ofrenda de alimentos
Riéndose de ellos le preguntaron,
¿Oye esclavo no pretenderás que tus muertos resuciten para comer del plato?
A lo que el respondió,
Los míos comerán del plato, cuando los tuyos huelan las flores que le has dejado.