Después de todo...
Del amor no queda nada.
Sólo la amargura y la nostalgia
de no poder seguir amando.
Me he quedado sola en medio del camino
y aciago es mi destino...
Pasaré las noches deseando
ser la dueña de sus labios.
Sé que no tengo otra opción
que beber de la fuente de la resignación.
No hay razón, es verdad,
para olvidar este amor.
Mira mis ojos y verás
que no existe tal dolor.
Porque aún tengo la esperanza
que late en mi corazón.