A veces simplemente no se sabe
como empezar un poema
y ya van las manos marcando la memoria
dejándose llevar, indomables,
entre el beso que me debes,
las cuerdas de mi guitarra,
entre tantos suspiros tiesos
y te veo, te veo
aunque no te escucho,
pero las manos no paran,
no se dejan parar
cuando hablan de ti
y desatan la nostalgia
y me recuerdan la sonrisa
y te escucho un poco
porque divagar será, contigo,
el mejor de los momentos
que nunca han existido.