DESENCANTO.
¿Cuántas avecillas se posan sobre tu ribera? ¿Cuántas beben del agua de tu fresco riachuelo? ¿Cómo ofreces la eternidad a tantos mortales? si tu abrazo no llega a tocar el espacio entre tu promesa y tu mirada
¡Pobre de aquel que vuele en tus cielos! pues una flecha ha de desangrar su inocencia cedida.
Como consolar las mañana perdida en el anhelo del abrazo incierto de la mirada sin profundidad, en las palabras huecas, del corazón sin dueño.
EL TERCERO.
Te asombras por la cantidad de vidas que te rodean, conviertes la interferencia en tu aventura favorita para acceder sin costo alguno a la belleza de las flores que hasta entonces permanecían intactas, te bañas de su perfume y sin poderlo advertir le arrebatas la belleza de un solo golpe, grácil y aventurero, maliciosamente tentador, pisas los jardines, forastero, tomas miradas ajenas sacias tu ansias y como ladrón rehúyes del peso de la soledad y por donde pasas…desierto…nada más.