Fingimos que enamorarse sería
no equivocarnos. Fingimos
que fingíamos no saberlo.
Se fugaron nuestros sueños
hemos vuelto a equivocarnos.
Fingimos los atardeceres,
eran días diferentes, llenos
de nostalgias, ignorábamos
nuestros ojos, olvidamos
nuestras palabras, fingimos.
Se fugaron nuestras manos,
mientras que en cada esquina
dejamos promesas y besos,
disueltos en agua.
El cielo a veces es confuso
y también las calles, pero
más confusos aún los ruidos,
los instantes, la gente,
los silencios que escuchan,
las paredes que hablan
y nuestros labios callados.