Camino y recorro,
entre ramas, vigas, garras,
infinitos lechos sin nombre
con huellas de pecados, sin hombre,
un estertóreo sonido que sofoca,
que me ahoga y levanta
que me silencia y me mata.
Mas aún no ha habido
cielo que me tiente
ni blasfemia que me convenza,
no ha habido reloj que no me ate
ni zapato que no desate,
no ha habido gloria ni trono
no ha habido reina ni corazones
ni la luna se ha puesto en día
aunque le he dado razones
para brillar en mi collar de piedras
de tantas duras ilusiones.
He visto tenue luz filtrada
por debajo de las puertas,
queda y fugaz, desiluminada,
y bastase un ínfimo reflejo
para encandilarme la palabra.