Esto que te escribo no tiene edad ni tiempo y tampoco nombre
y quizás a tus recuerdos tampoco tenga sentido,
viene desde antes que la distancia de tu voz se hiciera silencio
en la métrica medida que traza el olvido.
Se extendieron los soles deshojando calendarios
y el plenilunio de tu cuerpo fue menguando lentamente entre los dedos.
¿Fue ayer?
¿O fue hoy?
De este sentirte en la piel y desear lo que alguna vez fue y hoy no es...
O quizás sólo existió cuando tu espalda anidaba en mi colchón.
Así fue que yo amé tus silencios y los destiempos de amarnos a escondidas.
Me trajiste el verano de arrebol ardiente en las mejillas ,
de sudores salados y manos resbalando atardeceres...
Yo estaba hecha de tristezas y soledades, vos eras presente,
primavera florecida, en el invierno duro de mi vida.
Calentamos las manos sobre el fuego,
bebimos el vino dulce del placer compartido...
fue un manjar de los dioses, untándonos la piel, embriagados de vida...
¿Pero sabes?
Todo empieza y termina, es la mágica rueda que gira...y gira...
¿O será que es el otoño pintándonos de gris las pupilas
desdibujándonos?
Diluyéndose entre el hoy y el ayer.
Amanece…
Por eso déjame decirte que…
Esto que te escribo no tiene edad ni tiempo y tampoco nombre
y quizás a tus recuerdos tampoco tenga sentido,
viene desde antes que la distancia de tu voz
se hiciera silencio en la métrica medida que traza el olvido.
Viernes, 29 de Junio de 2012
07:37 p.m.