Yo no tengo patria
mas dulce que la del amor
ni hogar mas fiel y pequeño
que el del ancho azul del cielo.
Allá donde el deseo esta en el aire
y la vida es una caja sin fondo,
Las caricias son luz del sol
y la lluvia una paleta de Goya.
Los poetas sufren de risa
y las mujeres llevan bragas transparentes.
Las pieles de todos los colores
y la mugre un mito olvidado.
La sociedad canta en marcha
entre malucos y sabiondos,
la picardía es un mandamiento
y el licor fuente de agua bendita.
En mi patria no hay glorietas
de próceres con doble pasado
las plazoletas y las fuentes
todas azules y todas llenas.
La comida es a deshoras
el tabaco un vicio sin precio
el dolor no tiene casa
ni cartón donde dormir.
En mi patria, somos todos,
la piel de lo soñado.
No existen vísperas tristes
ni aguacero con nubes de plomo
ni lágrimas de cloro
ni grietas por donde se fugue
el almíbar del deseo
y el tratado de impaciencia.
Ladrones hay, solo de corazones
no hay tahúr de lo malsano,
o piratas, o cristianos
no hay políticos, ni curas.
Ve a mi patria, amigo hermano,
se parte de de la alegría
y quítale un ángulo al pastel
ponle también bechamel
al grumo pastoso de tu baja.
No te defiendas con navajas
ni de lo que esconde el hermoso día
que se viste al crepúsculo en estrellas
con un traje naval de noche.
Que no te agobie el derroche,
que aquí nadie gasta mucho
ejecuta en tu codo un serrucho
y alimenta el libre albedrío.
Lo tuyo también es mío,
lo mío es de los que estamos,
mi patria esta en las manos
del que sostiene siempre un libro.
Que empuja cuentos, poemas y líos
que se empuña en epistolarios,
que el exceso es un tirano
que no se queda reunido.
Y se la trama de tu tejido
se también
de tu dibujo el trazado.
Blas Roa