Eres mi dama, de la bella sonrisa
Con eso me quedo, con eso me calmo
Sin importar, la lluvia, la sequía o la brisa,
Porque eres como el viento recio,
Que se aprisiona en el campo….
Porque no te vas, ni tampoco te quedas
Porque eres como el fuego, vacilante y errante
Que baila al ritmo del viento, volviéndose elegante…
Porque eres como una calumnia
Para una esperanza distante,
Que siendo tan incierta;
Es un destino que alumbra,
Mi firme paso errante…
Por eso no importa, que tu sientas lo mismo,
O que no sientas nada, como si no existiera
Y aún en el fondo, de mi vulgar abismo
-podría asegurar-
Que no soy para ti un “cualquiera”…
Y si lo soy, no me entristezco del todo
Porque me queda, la claridad de mis versos
Amargos o dulces, pero son a mi modo,
Tal vez prohibidos, pero son tan honestos…
Y si sientes tú lo mismo, mi bella dama,
Nunca olvides, lo que éste soñador te confiesa;
Porque no me importa si es algo indebido
Pero a la vez hermoso, como lo hermoso del mar,
Y aunque sea tal vez prohibido,
Yo te prometo que nunca, te intentaré olvidar…
Autor: Arturo Domínguez. –derechos reservados-