Cada vez que envío un poema
adjunto tambien mi corazón
Quedo tembloroso de imaginar
que tu lo mires
Allá voy yo igualmente
con mis canas de punta
Y mis deseos también
Mis palabras se vuelven imagen
En que toman vida mis torpes rimas
Pero se vuelve abrazo en tus ojos claros,
ojos de miel,
Mientras los lees, mientras los vives,
mientras los haces desaparecer.
Y yo muero con ellos,
que bueno que aquí no puedes quemarlos,
como alguna vez me quemaron aquellos.
Exhorto a tu corazón para que me aloje
en uno de sus rinconcitos secretos,
en tus lejanías
Incito a tus líquidos a que me mojen;
Invito a tu juventud a que reviva la mía
Déjate abrazar una vez más por mi letra
Que importa ya si me develo
Que lo sepa, Dios,
que lo sepa Juan, que lo sepa petra,
Que se mueran tus enamorados de celo
Aunque nada te hace verme más que como amigo
¿Para Que quiero ser ya un poco comedido?
¿Que discreto puedo ser mientras muero?
Mientras me agoto y me alejo
de todo lo que me hace distinguido,
¿Para qué sentarme a ver la luna
en los bancos del parque viejo?
si soy bufón de tu desprecio
y arlequín de tu apellido.
Por allí me amenazó el odio
para quitarme la vida,
me ofrecen apagar mi corazón ya herido
Que puede hacerme rajar si ya no eres mía
Si desde que te fuiste ya no vivo
Ya no soy viento que susurra en tus sarcillos
Solo soy un poeta Piriteño,
un cantor de profesión dolido,
Un vago que se prendió de tu talle
Que perdió la razón cuando respiró en tu ombligo
Que corrió bajo la lluvia por la calle
En un paraguas tuyo y mio, un pobre potrillo.
Un mendigo de tu amor,
Enamorado en lo prohibido
un afónico de tanto gritar,
yo te amo, yo te amo, yo te amo.
Bajo copas y miradas inocentes,
Simulando a Sandro
Creyéndome Vicente,
Arjona y Alejandro
Y en poemas que me avergüenzan
cada vez que los envío
Sin que el abrazo me acerque a tus senos
y a tu corazón tan frio
¿Para qué vivir en mi insomnio
si tú no puedes despertar conmigo?
¿Para que garabatear
sino causa conmoción lo que te escribo?
Este abrazo de mis líneas recíbelo como amigo,
Permíteme siquiera un secreto colocar en tus oídos
Suavecito y taciturno,
con mi tristeza te digo
no le cuentes a este mundo
que los hombres también lloran
cuando el amor han perdido.