Hugo Emilio Ocanto

Diálogo teatral 3

Este acto transcurre en la casa de un matrimonio humilde.

Ambiente desordenado. Habitación. Humberto escribe. Sara mira televisión.

Humberto: Me querés decir cuánto tiempo

más vás a estar delante del televisor

mirando esa estupidez?

Sara: Para vós será estupidez. A mí me gusta.

Humberto: A mí me gusta. A mí me gusta...

Te pasás todo el día delante de esos tontos

programas. Bajá el volumen por favor!

Sara: ( Apaga el televisor) Estás conforme ahora?

Humberto: Ahora sí. Con tanto ruido

no puedo concentrarme.

Sara: Qué estás escribiendo?

Humberto: Le estoy escribiendo a un amigo.

El mejor. Pueda ser que él me pueda

prestar unos pesos. Le digo que ni bien

cobre, se los devuelvo.

Sara: Te parece que con tu pobre jubilación

podrás devolverle la limosna de préstamo

que pueda hacerte?

Humberto: Ya veremos... Tal vez con el aguinaldo,

me van a ser más livianas las cuenta pendientes.

Sara: Siempre y cuando no despilfarrés tu sueldo

en tus maquinitas...

Humberto: Otra vez con tus burlas de las maquinistas!

Algún día te voy a dar la sorpresa

de volver con los bolsillos llenos.

Sara: De qué? De aire! ( Ríe estruendosamente)

Humberto: No me saqués de mis casillas!

Sara: A vós te es tan fácil salir de las casillas!

Humberto: Ya vás a ver! Te voy a refregar los billetes

en la cara! Y cambiemos de tema!

Sara: ( Resignada)  Nuevamente... cambiemos de tema.

( Humberto se levanta de su silla. Se pasea nerviosamente

por la habitación)

Humberto: A vós hoy te quedó un vuelto

del supermercado. Cuánto tenés?

Sara: No... esta vez no te lo daré!

Me prometiste que no volverías a ir

a ese antro de perdición!

Humberto: Basta Sara! Dame esos pesos!

Hoy puede ser mi día de suerte...

capaz que gane...

Sara: No! No te los voy a dar!

Sé razonable y mejor quedate en tu casa

antes de ir a perder lo poco que tenemos!

Humberto: Te digo que me los dés!

(Toma una botella de vino y se sirve una copa)

Sara: Dártelos! Dártelos! No lo voy a hacer!

Estoy cansada de oírte decir

que perdés todo lo que llevás!

( Humberto sigue bebiendo)

Humberto: No queda más vino?

Sara: No. No queda más vino ni plata.

( Humberto se dirige a la cómoda,

y busca. Comienza a desparramar las ropas.)

Humberto: Dónde tenés la plata te digo!

No me hagás enojar porque te reviento!

Sara: Humberto... por favor! Otra vez no!

Humberto: Entonces dame la plata!

Dámela o te voy a hacer arrepentir!

Dónde la tenés?

Sara: No la tengo! Y si la tuviese

no te la daría! Seguro que ya el alcohol

se te subió a la cabeza! Siempre por ese

maldito juego terminamos así... peleando y discutiendo!

Humberto: Entonces haceme caso! Dame la plata!

Sara: No! Responsabilizate de una vez por todas

de nuestra pobreza! Lo poco que tenemos siempre

va a parar a esa maldita casa de juegos!

Humberto: Basta Sara! Dámela te digo!

Sara: No quiero! Sé que esto va a terminar en lo de

siempre, pero no te la daré!

Humberto: Entonces aguantátela!

( La toma de los pelos y la hace girar.

La abofetea. Una, dos, tres veces.

Le encaja un puñetazo en el hombro.

Sara cae llorando. Se levanta y dirigiéndose

al colchón de la cama, saca el dinero)

Sara: Tomá! Tomá y perdélos!

Es lo único que nos queda!

Cuando volvás no me vás a encontrar en casa!

Humberto: Cuando vuelva y no te encuentre,

te buscaré y te mataré!

( Se pone un saco y se va. Sara

se queda estática mirando la puerta cerrada)

Sara: ( Llorando) Cobarde! Cobarde!...

No me encontrarás! No me encontrarás, cobarde!...

( Telón cae lentamente)