Este acto transcurre en la casa de un matrimonio humilde.
Ambiente desordenado. Habitación. Humberto escribe. Sara mira televisión.
Humberto: Me querés decir cuánto tiempo
más vás a estar delante del televisor
mirando esa estupidez?
Sara: Para vós será estupidez. A mí me gusta.
Humberto: A mí me gusta. A mí me gusta...
Te pasás todo el día delante de esos tontos
programas. Bajá el volumen por favor!
Sara: ( Apaga el televisor) Estás conforme ahora?
Humberto: Ahora sí. Con tanto ruido
no puedo concentrarme.
Sara: Qué estás escribiendo?
Humberto: Le estoy escribiendo a un amigo.
El mejor. Pueda ser que él me pueda
prestar unos pesos. Le digo que ni bien
cobre, se los devuelvo.
Sara: Te parece que con tu pobre jubilación
podrás devolverle la limosna de préstamo
que pueda hacerte?
Humberto: Ya veremos... Tal vez con el aguinaldo,
me van a ser más livianas las cuenta pendientes.
Sara: Siempre y cuando no despilfarrés tu sueldo
en tus maquinitas...
Humberto: Otra vez con tus burlas de las maquinistas!
Algún día te voy a dar la sorpresa
de volver con los bolsillos llenos.
Sara: De qué? De aire! ( Ríe estruendosamente)
Humberto: No me saqués de mis casillas!
Sara: A vós te es tan fácil salir de las casillas!
Humberto: Ya vás a ver! Te voy a refregar los billetes
en la cara! Y cambiemos de tema!
Sara: ( Resignada) Nuevamente... cambiemos de tema.
( Humberto se levanta de su silla. Se pasea nerviosamente
por la habitación)
Humberto: A vós hoy te quedó un vuelto
del supermercado. Cuánto tenés?
Sara: No... esta vez no te lo daré!
Me prometiste que no volverías a ir
a ese antro de perdición!
Humberto: Basta Sara! Dame esos pesos!
Hoy puede ser mi día de suerte...
capaz que gane...
Sara: No! No te los voy a dar!
Sé razonable y mejor quedate en tu casa
antes de ir a perder lo poco que tenemos!
Humberto: Te digo que me los dés!
(Toma una botella de vino y se sirve una copa)
Sara: Dártelos! Dártelos! No lo voy a hacer!
Estoy cansada de oírte decir
que perdés todo lo que llevás!
( Humberto sigue bebiendo)
Humberto: No queda más vino?
Sara: No. No queda más vino ni plata.
( Humberto se dirige a la cómoda,
y busca. Comienza a desparramar las ropas.)
Humberto: Dónde tenés la plata te digo!
No me hagás enojar porque te reviento!
Sara: Humberto... por favor! Otra vez no!
Humberto: Entonces dame la plata!
Dámela o te voy a hacer arrepentir!
Dónde la tenés?
Sara: No la tengo! Y si la tuviese
no te la daría! Seguro que ya el alcohol
se te subió a la cabeza! Siempre por ese
maldito juego terminamos así... peleando y discutiendo!
Humberto: Entonces haceme caso! Dame la plata!
Sara: No! Responsabilizate de una vez por todas
de nuestra pobreza! Lo poco que tenemos siempre
va a parar a esa maldita casa de juegos!
Humberto: Basta Sara! Dámela te digo!
Sara: No quiero! Sé que esto va a terminar en lo de
siempre, pero no te la daré!
Humberto: Entonces aguantátela!
( La toma de los pelos y la hace girar.
La abofetea. Una, dos, tres veces.
Le encaja un puñetazo en el hombro.
Sara cae llorando. Se levanta y dirigiéndose
al colchón de la cama, saca el dinero)
Sara: Tomá! Tomá y perdélos!
Es lo único que nos queda!
Cuando volvás no me vás a encontrar en casa!
Humberto: Cuando vuelva y no te encuentre,
te buscaré y te mataré!
( Se pone un saco y se va. Sara
se queda estática mirando la puerta cerrada)
Sara: ( Llorando) Cobarde! Cobarde!...
No me encontrarás! No me encontrarás, cobarde!...
( Telón cae lentamente)