Luis Antonio Osorio

Miercoles, 30 de mayo de 2012.

Caí  tantas veces
dormido en tus montañas
en tu mecanismo apagado
en esas ganas de no despertar
y ser todo un sueño.
Eso del universo
a esas cosas se les amarra la no seriedad
la vida y las vueltas que dá.
Caí con una pequeña gota
sangre hirviente en la frente
impregnado de ti,
otras veces
guardé tus regalos
tu pureza tu esencia
bajo el árbol sabio
bajo la cama ajena,
tus ojos de niña inquieta
en mi cámara de sueños valientes
y el último beso
ese lo guarde cual crío
con el alma enferma
en el redil de mi frente,
y empecé a escribir tu cuerpo
con la tinta de mis ojos
en el suelo,
en las paredes,
entre las cortinas,
en la vida,
en el gato,
en el amor,
empecé a escribir tu cuerpo
donde no pudiera escribir
donde fuese prohibido
lo que puede ser
y así guardar ésta historia
en el rincón de lo inimaginable
y saber
que donde no existe
esto y lo otro
donde la nada es nada
ahí, solo ahí estarás
entre la magia
de aquello que me hace bien
de aquello que vale la pena
mientras uno muere, recordar.