Ahora, te entiendo, Madre, ahora he llegado a donde tu has estado. Inquieta, nunca bien con nada, siempre queriendo cambiar, sin saber el qué. Ahora, se como te has sentido.
Buscando las razones de todo, me he dado cuenta, que cuando quedaste con la vida cortada con la muerte de Papa, a que estabas acostumbrada, la nueva etapa, seguro que ha sido dura. Aun que distinta de la mía, pues tuviste siempre a tu hija junto a ti, en el fondo, el cambio ha sido muy grande. Me he esforzado hasta el agotamiento, para que te sintieras bien, sé que no lo he conseguido.
Te he dejado hacer lo que quisiste, nunca te llamé la atención de nada, te llevaba a donde querías.
Quisiste vivir en España, en el hotel, en tu piso en otro País, volviste para mi casa, así pasaran años.
¡Te entiendo tan bien! Yo igual que tu, busco sin saber el qué. Tu, tu pasado e ahora el mio no volverá.
Solo es distinto, en la manera de ayudar, de mi siempre tuviste apoyo, me culpabas de todo, he llorado muchas veces, pues eras injusta conmigo, nunca te he dado una única razón para ello.
¿Sabes? Yo estoy sola, los tiempos han cambiado mucho, la gente no piensa como antes, son más duros, más insensibles, no tienen paciencia ni aceptan nada y nada le importa, a no ser ellos mismos.
En tu tiempo de inquietud, cambiaria todo por ti, eras la mas importante, ni sacrificio sentí al hacer las cosas a tu manera. Nunca te he pedido cuentas de nada, hiciste como bien lo pensabas.
Te he tratado en la enfermedad, te he puesto mi casa a tu entera disposición, tú mandabas, tú la gobernabas, he dejado mi sitio para ti total y libremente.
Dicen, “Hija eres, Madre serás, así como lo hagas, así encontrarás.” Soy la excepción, no tuve extorno de lo que hice, al revés, estaré pagando por otros en mi vivir, tan pobre de sentimientos hacía mi. No se.
Tu sabes, que es verdad, tu de mí todo tuviste, en tiempos también difíciles, sé que como hija no me puedes acusar de nada, mismo nada.
Por eso, Mama, las cosas, no terminan, quedan flotando y vuelven, fui cogida, como tu en la inquietud de tener que aceptar e intentar sentirme a gusto en el cambio de saber vivir, una nueva vida. Tu perdona esta carta, pero, ¿a quien si no tu podría quejarme? Como hija, si pudiera tenerte para hablar contigo, ¡seria tan bueno! Así, escribo, en el aíre, tecleando en el ordenador y por el aíre, la enviaré, atravesará los mares, fronteras, quizá llegue al Cielo, donde seguro estás.
Un beso, Mama y te pido como puedas, ayúdame, como yo lo hice contigo.
De tu hija, que nunca te olvida y desea estés en paz.
Oporto, 28 de mayo de 2012
Carminha Nieves