Alma al aire

Odisea Mundial (Parte IV)


Ah! lo que es el amor

que no cuenta las distancias,

que tiene la paciencia

y prosigue las marchas,

que corre más veloz

que las tribus y sus lanzas,

que se trepa rápido al árbol

así el león no lo alcanza.

Ah! el amor, el amor,

me hizo bajar de la palmera

cuando al fin corroboré

que no había león ni pantera,

resulta que pasear por África

no era cosa sencilla,

a menos que sea en un tour

y no entre la gramilla.

Voy a ser breve con esto:

tras los caníbales tan cariñosos

no sé si prefiero un vudú

o mejor mil veces un oso;

entre un león y un elefante

me quedo con el segundo,

pero prefiero los cocodrilos

si el elefante se pone rudo.

La cuestión es que llegué!

corriendo arbustos de la selva

aparecí en tu ciudad

con un mono en la cabeza,

pero no importaba porque llegué!

al fin tanto recorrido

se terminaba de una vez,

daba fruto lo sufrido.

Corrí como una loca,

como Heidi dando saltos,

la gente me miraba,

se reían los mulatos,

toqué feliz a tu puerta,

me saqué al mono de la cabeza,

corroboré cómo estaba mi aliento

y decidí que mejor no me besas.

Estaba en esos detalles

cuando abre una señora

y me mira muy curiosa

"quién molesta a esta hora?",

me dijo que ya habías partido

"a dónde????" interrogué,

"el señor se ha vuelto a sus tierras

a dónde más podría ser?".

Ay, el amor, el amor,

en un arranque de locura

revoleé al mono por la avenida

con mezcla de llanto y furia,

agarré a la señora del vestido

"para dónde se fue, dígame!!",

ella apuntando un dedo

susurró "allá, para allá se fue!".

Solté a la pobre mujer

y comencé a caminar decidida,

pero ella en su sed de venganza

llamó a la policía,

me subieron al primer avión

que se iba para Argentina,

pero oh, la casualidad,

a mitad de viaje, el avión se caía...

 

                                         CONTINUARÁ...