(título anterior “Cortedad”)
Con la simple sonrisa de mirarte en la calle
como un mueble ya viejo, arrumbado nomás
donde el frío desempolve el más puro detalle
y la noche atestigüe tu mentira… te vas.
No detendré tu paso, porque más me lastimo
no mereces siquiera, la reconciliación.
Si algo deseo en la vida es ver cómo te arrimo
un poco de m i sangre que pulsa el corazón.
Tú no tienes por lo menos un poco de decencia
ni vergüenza a caso por burlarte de mí,
me queda por lo menos la impúdica experiencia
que por robarte un beso… en el lodo caí.
Impotencia quizá o fue demencia
o fui tan poco hombre ¡que no lo comprendí!