Quiero enmarcar mi poesía
en el lienzo de tu espalda,
en cada beso un poema
destilado en cien palabras,
que, sin nombrarlas, ascienden
mientras mis labios abrazan
tu cintura y tus caderas.
Quiero regar con estrofas
las fresas de tus pezones
mientras desciende mi anhelo
hacia un valle floreciente
custodiado entre tus muslos,
por el prado de tu vientre.
Y por querer, querer yo quiero
ver el brillo en tu mirada,
testimonio de tu gozo
y de tu entrega saciada.