gaston campano

Corina.

Tras el cierro de alambre

con mariposas de fierro,

entre espinos y romeros

se encontraba ese viñedo

de uvas como los cielos.

Unas manos arrugadas,

bendecida por los años

era el trofeo de antaños

de la sencilla Corina,

sola como la colina

atajando todos los vientos,

hizo salir sarmientos

con racimos floridos.

Ochenta años vividos

en el polvo de la viña,

le puso tono a su vida.

Con ese color café

en su piel envejecida.

Espero que en la otra vida

te premié el Dios de los cielos

y que tengas un viñedo,

con ángeles de colores

al igual que tus racimos

prendido de esos soles.