Juegos ayer y hoy.
El niño corre alegre por las calles adyacentes a su casa, empujando la rueda con su mano.
Otros se anexan bajo ardiente braza, con fuerte algarabía y risas contagiantes, buscando competencia, paladeando los triunfos que les esponje el alma.
Los hombres frente a la bodega recuerdan sus tiempos ya pasados, observando todo se atreven alardear un poco sobre sus aventuras, reconociendo también una u otra derrota aun no olvidada.
La carrera ha empezado, los aros vuelan en la calle polvorienta con la fuerza y destreza aplicadas por los dueños, la meta se aproxima, llegando festejan entre bromas y cantos. Son los niños de antaño jugando bajo el sol, inventando juguetes, mirando el cielo, haciéndose inmunes chapoteando en el barro. No son los infantes de hoy, taciturnos, introspectivos, rebeldes, casi insociales, incapaces de diferenciar una estrella de un lucero, tampoco los de pálida piel cuyo mundo es un cuarto, acompañados sólo por el aire acondicionado y sus muletas electrónicas.
Muchos padres son culpables de esto, pues propician la insípida vida de sus hijos, para no lidiar con ellos, evitándose, sembrarle valores y normas de conductas.
PD: “Quien tenga ojos que vea quien tenga oídos que escuche”.
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MIRIAM RINCÓN URDANETA.