Invitada fui a la ceremonia del té.
Mesa ataviada de fino mantel,
bordado en hilos de oro y plata.
Mantelitos bordeados de finos encajes
Viejos candeleros con aromáticas velas
En delicadas porcelanas blancas y en azul índigo,
motivos de la Frisia.
Exhibida la humeante tetera sobre el calentador
de bronce destellante; platillos, tazas de sus instrumentos
acompañados.
En la azucarera, como cristal de cuarzo, el azúcar
En diminuta jarrita, semiliquida de blanca pureza, la nata.
El ritual se inicio, la sacerdotisa
sirvió en platillos, tartas; cristales de cuarzo, en tazas.
Luego dejó caer al aromático liquido color ambar.
Desprendiendo humeantes vapores danzarines.
De la jarrita, virtió nata al centro del té, al momento
resurgieron como capullitos de blancas rosas.
Todos en silencio, acentuando la cercanía de la amistad.
La sacerdotisa con solemne gesto, inició la ceremonia.
De a poco comenzamos, sin prisas a probar el té, sintiendo
el sabor del liquido caliente acariciando mis labios.
Era mi iniciación en la ceremonia del té, en la familia
de la Frisia Oriental.
luz teresa maldonado folkerts