Desnúdate que la noche ha surgido
unido a mi deseo de estar contigo
y aunque estés lejos, estoy convencido
que la distancia no es un castigo.
Si te veo en mis pensamientos
y en mis sueños que anhelan de ti
no tendría porque vivir en lamentos
si nunca me has dejado ser infeliz.
Siempre logras complacerme
con tu figura de princesa celestial
y es tanto lo que consigues concederme
que estimulas mi sentir pasional.
Empiezas a quitarte las prendas
lentamente y sin decirme nada al verte
gozando y dejando que me encienda
de deseo por querer tenerte.
Tus manos se deslizan a tus hombros
en donde dos lazos sujetan tu sostén
y es allí donde me causa asombro
cuando esos lazos empiezan a descender.
Me dejas en desconcierto
con tu seducción que es mi tentación
dejando por completo al descubierto
tu cuerpo que me causa conmoción.
Así nos sumergimos en nuestros deseos
mientras la noche nos aguarda
y mañana volverá a nacer el mismo anhelo
que siempre se da y ni un segundo tarda.