Desde las profundidades
de mi ego
masculino,
varonil,
poético,
terminar deseo
esta guerra tripartita
que entre mis manos, mis labios y mis ojos
perdura
por ser yo súbdito
de tu magia fémina.
Sabes...
mis ojos
se envalentonan
de llegar a donde mis manos y labios
en usted no llegan
y mis manos y labios sufren
por no poder
suplantar a mis ojos
en sus querellas.
El respeto hacia usted prima,
créame,
pero las ansias de amar
a una mujer con tus iguales
me golpean la cabeza,
tritura mis sienes
y en mi almohada
me perturban después
que la veo
cada día
No soy el príncipe azul
que quizás hayas soñado
para tener en tus brazos
o en los de él dormir
a piernas sueltas,
mas tengo un gran reino
en lo que los humanos
llamamos alma
no es mi reino de oro,
ni siquiera plateado,
pero si de árboles de poesía,
buena tierra de sentimientos varoniles,
un antitodo a no estar sola
No tengo el más bello
de los rostros varoniles
para lucir en el mejor cuadro
de su casa
más en el lado izquierdo de mi pecho
tengo un desván de bellas palabras,
que de seguro,
alimentarán
tu fémina alma
cada mañana,
cada tarde,
cada noche
en que sembremos
nuestro amor feliz.