Hugo Emilio Ocanto

ConfesiĆ³n a Dios.

Camino el largo pasillo

hasta la puerta de mi departamento.

Abro. Enciendo la luz.

Estoy solo esta noche.

Mi familia se ha ido

a trabajar al campo.

Mi esposa y mis dos hijos.

Por amargas discusiones con ellos,

me quedé solo en casa

hasta poder conseguir

un trabajo digno.

Tarda en llegar.

También, con mis años...

Estoy intranquilo con mi conciencia.

Culpable. Voy hacia la heladera

y saco una botella de vino.

Necesito tomarlo.

Para tratar de olvidar ( o remarcar)

lo sucedido esta noche.

Tomo unos tragos.

El alcohol no me hace bien

cuando tomo en exceso.

Me sube la presión.

Miro en la pared una imagen

del JESUS QUE MIRA.

Me arrimo a su rostro y...

" Dios mío, ayudame.

Siempre me acuerdo de vós

cuando te necesito. Lo sé.

Soy un egoísta. Si te visitara

en tu casa celestial más seguido,

sería mejor persona.

Pero sabés que siempre

te quiero, a pesar de mis ausencias.

Mirame Jesús, No dejés de mirarme.

Vós sabés lo que he hecho,

pero igualmente necesito hablarte.

Confesarme ante vós, mi Dios.

Esta noche me acerqué hasta

el negocio de la joyería,

y allí estaba don Horacio,

el custodia policial.

No tenía premeditado

lo que hice, pero lo hice.

Me arrepiento, Señor mío.

Tomé el teléfono que estaba

sobre el escritorio, y enrrollé su cable

en el cuello de este pobre hombre,

mi amigo. Comencé a robar

valiosas joyas, sabiendo que

en el local no había alarmas.

El me abrió la puerta

confiadamente. Siempre lo hacía.

Pero esta noche cometí

la locura del robo y el asesinato.

Perdoname Dios.

Perdoname! Me seguís  mirando.

Voy hacia un lado y hacia el otro,

y me seguís mirando.

No dejés de mirarme.

Tu rostro está lleno de amor.

Y yo lleno de vergüenza.

Perdón por lo que hice.

Me he convertido en un asesino.

Seguime mirando. Con esa

tu dulce mirada. Ojos inolvidables

ante los de nosotros, tus fieles.

He pecado. Perdoname, y castigame.

No merezco otra cosa.

Sólo quiero decirte que

estoy arrepentido por mi crimen.

De qué me sirve ahora

la fortuna que tengo.

Me encarcelarán! Y me lo merezco!

Te amo mi Dios. Perdoname.

Nunca dejés de mirarme con esos, tus ojos.

Está sonando el timbre!

" Sí!..."

Dios, me busca la policía.

No dejés de mirarme y acompañarme.

Ya vuelvo."