El hombre que tú amas
Tuvo de amor mil motivos,
Te entregó la vida, loco y desmedido
Te abrazó candente, te llevó a su nido,
Se durmió en tus brazos confiado cual niño,
Volviste su invierno cálido verano,
Te brindó en mil besos su verso votivo,
Pero en un momento soltaste su mano
Ignorando el llanto por verse perdido,
Te buscó en las noches en esfuerzo vano,
Hincó su rodilla en un ferviente rezo,
En mil y una noches le miraron preso
Hasta que impaciente le invadió el desgano.
El hombre que tú amas es nido de ayes,
Es pájaro herido en nicho de serpientes.
Es semilla vana que ya no germina.
Piedra de montaña que quebranta dientes,
Es riachuelo seco que ignora pendientes,
Es carta olvidada en sobre sin estampa
Cuyo domicilio lo borró una lágrima,
Es botín deseado del águila hambrienta
Cuya madriguera ha encontrado abierta,
Es paria que inspira por su aspecto lástima.
Yo mismo pregunto ¿dónde está aquel hombre?
Y a la vez respondo… murió aquella noche
Cuando lo dejaste, sin nombre ni fama.