Rostros
que se pierden en mil tiempos,
locos lapsos de lujuria,
pétalos dormidos
Azabache extraído de tus cabellos
arraigan los besos de mis labios,
los sueños
Rostros dormidos en mil roces,
el sueño de una rosa
llena de besos
Cerillas que inflaman mis deseos
y alumbran nuestros cuerpos sin distancias
que se unen en pasión desenfrenada,
nuestro idilio
Ardores ajados de sigilos
que siembran en los rostros
los gemidos.
Vertientes de sudores tan ardientes
en contornos recorridos por los dedos.
Es romance,
la libido desbocada sin aliento
con el fuego que se enciende
en nuestro cuerpo
Las manos y los labios
son la clave del deseo
exaltado a cada instante.
Y los gemidos
que se lanzan entre dientes,
tan procaces como las luces
del pecado irreverente
de los cuerpos.
Rostros enardecidos,
osados, sugerentes,
impúdicos.
Rostros con amores encendidos
que aquel poeta en cada verso,
como entre signos de emociones
entregara,
éxodo, éxtasis
Allí dormida yace la voz
con las letras
agotadas en el jadeo tenaz
de las pasiones
Amarte es poco,
adorarte es todo
en la simple alianza
de nuestro encuentro
CARLOS A. BADARACCO
28/5/12
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