Mi triste soledad,
a veces una amiga consejera,
otras veces crueldad;
a veces pasajera,
otras veces amante de madera.
Única confidente,
compañera real en lo sombrío
que me deja la gente.
Me consuela con frío
y escucho mi silencio en su vacío.
Me volviste ermitaño.
Me enseñaste a escribir poemas tristes
por heridas de engaño;
ellos reflejan quistes
que trato de ocultar haciendo chistes.
Efímera alegría,
que vuela sobre espinas del olvido
con alas de agonía.
Abandona su nido,
huyendo del invierno y de Cupido.
Contigo he conversado
mi agridulce crepúsculo de penas;
burbujas del pasado.
Claroscuro en mis venas,
un coctel de las malas y las buenas.
Hablamos de los besos
que dejaron las huellas del amor
y permanecen presos.
Otros fueron dolor
o la compra de labios sin valor.
Hablamos de justicia,
y del riesgo que corre la verdad
si el mudo la acaricia;
de la infame maldad
que amenaza matar la libertad.
Hablamos del amigo
que a pesar que cayeron mis trofeos
siempre estuvo conmigo
y de los fariseos
que me dieron la espalda en días feos.
Hablamos de personas
que se burlan del noble corazón
de humanos con neuronas,
los que usan la razón
para abrazar el bien sin ambición.
Hablamos de los trucos
que utilizan los cuervos y serpientes
para cargar trabucos.
Soledad, tú no mientes
ni pintas sueños falsos en las mentes.
Hablamos del dinero
que corrompe humildad en el camino
y te vuelve altanero;
sin conciencia es dañino,
puede borrar amigos del destino.
Hablamos del amor,
vestido de universo en las parejas
que sienten su fervor.
Si otro interés reflejas,
lo puro va al cajón de cosas viejas.
Hablamos tantas cosas,
de lágrimas y estatuas en la orilla
del adiós de las rosas.
Ayer fue la costilla,
hoy me sacas el alma con tu astilla.
Soledad despiadada,
tu silencio en mi boca me tortura,
voy sangrando la nada.
En mi sombra sin cura,
el olvido regala lluvia oscura.
Pero así abrí la puerta
y dejé que pasaras a mi espacio
con el alma desierta.
Voy muriendo despacio
en las lágrimas tiesas del palacio.
Como amiga, brillante;
sus consejos meditan la bondad.
Amarga como amante;
convivir con frialdad,
es el beso que da la soledad.
Copyright © 2011 José Luis Calderón.
Del libro Raíces de la Marea.