Allí estaba la calle aquella,
la misma en que alguna vez me perdí.
He dejado allí la luz de mi vida
con la esperanza a cuesta en cada pared.
Se levantan evocaciones tan lejanas
que me ausento de este presente
y caído en el estribo de la existencia,
absorto ante un trajín inaudito
vislumbro nostálgicas vivencias.
Hoy me siento en medio de una nada
admirando aquel sol de vida lejana,
encendiendo días, soportando noches
con la lujuria de frente, enceguecido.
Avivan esos momentos de locura
aquella luz perdida en el camino,
ni diáfanas mañanas escondidas,
ni susurros, ni aquellos tímidos suspiros.
Los fantasmas renacen en el silencio
ocultos en el fragor de las distancias
y aparece hoy una soledad amilanada
como un cansino silencio que me sostiene.
CARLOS A. BADARACCO
3/6/12
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