Nubes entre gris y plomo
aceleran el paso.
Ocultan el sol,
lo más preciado,
El frío gana terreno,
esquivarlo no puedo.
La brisa llora mis ojos.
El abrigo es poco,
nada me cubre entero.
Ya no puedo sostener
el lomo erguido,
acurrucado y hundido
en mi propio pecho.
Al llegar la noche,
agotado me siento,
un alma, sin alma,
hoja que lleva el viento...