En aquella ciudad donde el calor calcina
Donde las hélices del amor se aceleran
donde el mar, de nácar es una mina
Donde tu voz se mezcló en mi boca
Donde tus picos semejaban perla fina.
Bajo la inmensidad de los arboles
Bajo el sol oriental
y bajo el celoso tiempo que te apuraba.
En aquella ciudad nos volvimos a ver
en un banquito de una plaza desconocida
titubeamos como presos de la timidez
nos rozamos como novios otra vez
rompimos el miedo como alegres suicidas.
Si supieras cuantas veces he soñado volver
experimentar de nuevo aquella adrenalina
quizás un día tu lo desees también
tal vez te quede tiempo en tu libreta
para este, tu olvidado e inagotable poeta.
Amarte fue un suicidio
un salto desde el risco más bonito
una sensación inolvidable, todo un mito.
ahora que nada dejaste en tu memoria
yo voy a refrescarte un poco mi existencia
porque no quiero estar solo en esta historia
pisando ya el jardín de la demencia
como ley de los poetas, obligatoria
hoy estuve otra vez en tu presencia
como espía sobre tu trayectoria
hoy besé de nuevo tus esencias
y un beso
en la espalda te dejé cual fría dedicatoria
como un travieso
un pequeño mordisco en tu cuello
como un suicidio
cuando él vuelva a descubrirlo.