Ya no quiero unir mi piel a tu piel,
en esa comunión de sangre hirviente,
ni elevar mi placer extremo y doliente,
para inundar los después de pura hiel.
Ya no quiero volver a encender mi ser,
con ese danzar de sueños abortados,
no se alegran ya mis amargos letargos,
pues deslizan intermitencias sin nacer.
Ya no quiero rodearme de ironías,
en esa atmosfera de palabras suicidadas,
que ya no arden en mi realidad prestada,
y alcanzan sus metas yermas en utopías.
Ya no quiero volver a estremecerme,
en esa máscara que acaricia mis miedos,
y que rie sarcástica de mis temidos riesgos,
aliviando ausencias solo al adomercerme.
Ya no quiero…