Ella lo sabe y siente.
La felicidad de aquellas tardes
arropadas en cariños.
Congelada ha quedado entre sus aromas
reinando el caos en los arreboles.
Bogando en los mares de la incuria,
su desdén rasgó los pensamientos de mi mente,
zozobrando los amores
en ardiente martirio de la vida.
Aun después de tanta congoja
sigo atrapado en los diáfanos destellos,
de sus tiernas miradas.
El ingenioso frenesí de su osadía
me incita a olvidarla.
Sólo que la sigo amando.
bambam