Sé que por ti
desearía despedirme de mi soledad
y añadir sobresaltos con ansias de tranquilidad,
dejar tal vez
que mi orgullo ceda
a la impaciencia del corazón,
al encanto y desencanto de cuando estas
o de cuando no te haz ido,
la verdad
que no he aprendido a estar contigo o sin ti
y cuando te veo ahí
precisamente parada en el umbral de mi vida
no sé si retenerte o dejarte partir,
a veces pienso
que aprendiste a secuestrar mi soledad
y es como si me encadenaras al sufrimiento;
porque es ahí
cuando mi corazón necesita más de ti,
y tal vez tú te des cuenta
de la forma en que nos descubrimos al amar,
porque quizás
la diferencia entre tú y yo
es no haber querido tanto a la soledad
como lo quise yo,
que para mí la nostalgia
era la más exquisita embriaguez
el antídoto perfecto
para toda debilidad del corazón;
yo
que creía ser un exiliado para el amor
y tú
una enamorada empedernida
que no deja de ilusionarse;
pero como ves ahora
a pesar de todo me tienes prisionero
y no me quieres abandonar,
porque tal vez
nunca antes habías conocido
la manera de cómo enamorarse
de alguien como yo
que tiene por defecto
un corazón de poeta.