Yo tenía un elefante
que ladraba como perro
y de ojos tan brillantes
como gato callejero.
Yo tenía un elefante
que saltaba cual delfín
y tenía piel punzante
lo mismo que el puerco espín.
Este señor elefante
tiene rasgos de serpiente,
de sus colmillos colgantes
goteaba veneno siempre.
Este elefante tan raro
tantas alegría me da
por eso yo le declaro
mi cariño y amistad.
A este elefante tan raro
todos los circos lo botan
y yo al verlo en desamparo
me lo llevé de mascota.
Alejandro J. Díaz Valero