Si caminando por senderos luminosos,
A cada paso todo fácil se me hiciera;
Yo pregunto si valdría así vivir la vida,
Sin importarme lo que otro mal sufriera.
Yo no podría, lo sé muy bien, pues me conozco,
No tengo alma, ni corazón hecho de piedra;
Sufro el dolor, que es cargado en otros hombros,
Y hago mías, siendo de otro, algunas penas.
Es que no puedo, aunque he tratado de ser duro,
Y siento sed, si a mi lado alguien se queja;
Como también sobre mi piel, siento el dolor,
Si veo un cuerpo, ser útil a la candela.
Dios nos hizo, somos parte de su magia,
Y a cada quien nos dejó una cadena;
Para que en cada eslabón que se añadiera,
Quedarán huellas de la vida pasajera.
Mas sobretodo, nunca creo que él lo quiso,
Del mal de unos, que otros se rieran;
Mas sin embargo en mi vivir lo veo a diario,
Y es vivir siendo inocente una condena.
De qué valdría entonces un camino luminoso,
Y recorrerlo, existiendo más entre tinieblas;
Yo prefiero, siempre poder brindar mi mano,
Y compartir mi visión de cosas buenas.
Copyright "©" Derechos Reservados 2011
José Miguel (chemiguel) Pérez Amézquita