Mañana y metro bajo la tierra. La gente va al trabajo al mismo tiempo. Jade va con ellos.
El espacio es poco, hay que tocarse, es inevitable. Pero hay maneras de tocarse. Dos cuerpos de distinta estatura se tocan mas que los demás. Una es Jade. Cuando la gente va a trabajar, Jade viaja en el metro. La piel morena de pie al lado luce un olor cercano a la vainilla capaz de hacer dejar lo que se esté haciendo para dedicarse a beberlo. El metro avanza y jalonea. Todos los cuerpos al ritmo. Arrancar, frenar, curvas y desniveles. Maya alza un brazo, su seno prominente se planta en el hombro de Jade. Se mueve, se mueve como un pistón, como una ola, de arriba.
Se presionan un poquito mas, todo tan visible, roce, qué bien. Las piernas se tocan por el lado público. La gente las ve, llevan siglos así. Carentes de razón para separarse. Escándalo gritan las mentes pequeñas. El Sexo nos llama a todos, vive llamándonos. Una mañana de pie, un baile callado, abajo, viajando bajo la tierra...