Seria la cuatro
de la madrugada
la ilustre poseedora
aunque profesaba
sentirse muy mal
prolongaba
a poco de sonar
la tres y media
en el reloj
el buen suceso
predicar.
A la cabecera
un enfermo
huéspedes
desatendiendo
por su ruego
la infalible angustia
quien no se había
sentado en toda
la noche.
Rumores ambos
muy triste
se escuchar
desde la cabecera
de un herido
y casi muerto militar.
La fijo
repetidamente
la angustia
y su madre
con cierta
especie de temor
pueril balbuceo
desapaciblemente
donde diablo estas.
Autor: Francis Mota.
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