Alexander Vortice

LEVIATÁN

Yo en ti, quedamente, ardor sempiterno,

sin prisas, como dos suicidas volubles,

leviatanes de lo nuestro…

 

Me conocí y ágilmente supe

que no era así: desbarajuste mental,

piel muerta dormitando entre las sábanas,

siendo sabedor de que los dioses

asfixiarán su chispazo de esperanza

y la beligerancia será el único pretexto.

 

Pero esta noche tu boca

es honra de elevaciones,

tu éxtasis en mi capitulación

–blanda y vertiginosa-,

mi engreimiento es un látigo fundido

por las manos rajadas de un anciano

que regalaría su existencia

a cambio de dos segundos más

de vehemencia imberbe.