Aquí nuevamente contigo
estoy Señor.
¿Me esperabas, verdad?
Estoy seguro que tú
sabías que vendría.
Siempre lo he hecho.
Siempre que he necesitado
de tí, te he visitado.
¡Mírame Dios!
No soy el mismo
de ayer.
Hoy no he cumplido
con uno de tus mandamientos.
¿Ves mis manos?
Están como las tuyas.
¡Manchadas de sangre!
Tú las tienes
por la maldad del hombre.
Y yo por mi maldad.
¡Soy un maldito!
¡Castígame Señor!
No quiero que lo haga
la Ley.
¡Quiero que me castigues tú!
El estaba dormido.
Solo. Ella hacía unos minutos
que había salido de allí.
¡De ese cuarto, de esa inmundicia!
Al llegar a casa, sin que ella
se diese cuenta, le saqué
la llave del cuartucho
de ese mal amigo.
¡Oh Señor... perdóname!
¡Me he convertido
en un asesino!
En un ser despreciable,
lo sé. Pero... tenía que
hacerlo desaparecer.
¡Borrarlo de la faz de la tierra!
¡Infieles! ¡Infieles!
¡Eso es lo que fueron
mi esposa y mi mejor amigo!
¡Perdóname Jesús, y déjame llorar
a tus pies!
¡Estaba enloquecido de celos!
¡Enloquecido de bronca, de rabia!
¡Ella estaba excitada con
ese maldito!
¡No me pude controlar!
Busqué esa hoja de afeitar y...
¡Perdón Dios!
¡No tendría que haberlo matado!
¡Pero lo hecho, hecho está!
¿Cómo iba a soportar
su presencia sabiendo
lo que hacía con mi esposa?
Tenía que hacerlo... y lo hice.
¡Lo borré de este mundo!
Y ahora... ¿qué hago?
¿Entregarme? ¡No! ¡No quiero!
¡Siento que la sangre
se me sube a la cabeza!
¡Júzgame tú y concédeme
mi condena.!
¡La que tú elijas!
Para bien o para mal...
¿Para bien de qué?!
¿Para mal de quién?!
¡Mi Señor, me estalla
la cabeza! ¡Mira mis manos!
¡Están ensangrentadas!
¡Como las tuyas!
¡Señor, tendría que ser yo
el que esté allí crucificado!
¡No tú! ¡Mi Dios, mi bien
de la vida!
Pero... ¿qué es lo que
estoy haciendo yo aquí?
¿Qué día es hoy?
Es día de rezo Dios.
¡Padre... castígame!
¡Castígame por favor!
¡Pero ellos no! ¡Ellos no!
¡Dame tú mi merecido!
Además... ¿crees que estas
manchas de sangre
desaparecerán algún día?
¡Mírame Señor!
No quiero tu perdón,
¡sólo te lo pido!
¡Pero no me lo otorgues!
¡Castígame! ¡Castígame!
Me duelen los huesos...
Como a tí.
Pero mi cuerpo tendría
que tener tu dolor también.
Y tú no estar en esa cruz...
¿Te cansa oír mis palabras?
Dime... ¿te cansas?
No quiero irme
de tu lado.
¡Déjame besarte tus pies, Señor!
Así... así...
¡Mírame, Señor, y... perdóname!
¡No! ¡No me perdones!
¡Júzgame! ¡Da tu veredicto!
¿Me sentencias?
Haz lo que debas hacer.
¿Sabes qué me gustaría a mí?
Acompañarte... estar donde estás tú...
¿Puedo subir Señor?
¿Me dejas? ¡Déjame!
Y entonces yo...
Dentro de poco estaré contigo...
Mira Señor... no sólo tengo
sangre en... las m... mann...os
Tam...b...bi..én
en...m...mi. co... ra...z...
Todos los derechos reservados del autor( Hugo Emilio Ocanto- 08/06/2012)