No hubo (ni hay) un metro que no haya pisado,
existieron infinidad de cielos y yo sigo volando,
¿cómo se hizo? ¿quién lo permitió? ¿todavía?
De mis dedos flota la respuesta, que es tu beso
al haberse confirmado lo que una vez así fuera
cierto como un sueño pero frágil, cual pájaro;
se construyó con este vuelo, para ti, un templo
que carece de longitudes, solo sabe lo nuestro;
décima u octava maravilla, testigo cual fuego
de lo que significa amar, sufrir y hacerse viejo.
Para buscar la muestra más clara de ser amado
solo fue necesario tocar por segundos tu mano
sabiendo, de esa forma, que por ti pudo ser esto.
John Clark