Me encantan tus caderas, de lumen cadenciosas
que se mueven al vaivén de mi mirada
me incitan me enloquecen,
hacen juego al fin con esos glúteos…
disculpa soy soez al escribirte
o sincero quizá por explayarlo,
pero te he visto caminar
-fue quizás tu meneo-
Que hasta el mismo San Pedro
habría pecado.