Al llegar a la esquina
deja pasar un cortejo entristecido
y al detener la mirada en el vidrio del coche funerario
su propio nombre lo sorprende.
Se ríe, mientras la caravana
se va perdiendo camino al cementerio.
Vuelve a lo suyo y antes de cruzar la calle
su sombra se confunde con él mismo
y juntos se diluyen.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.