La llamaban Soledad,
por ese nombre nada más
y por el sitio que pasó,
misteriosa, retraida,
dejó rastros indelebles
pero nunca de sus pasos;
era una flor perfumando
por la vida en soledad.
Había en ella radiación
de extraviada estrella,
lumbre de psicosis
lejana y bella,
aquellos que la conocieron
no creían lo que veían,
era más allá de lo humano,
más allá de Dios...... más allá.
La llamaban Soledad
y al atardecer de ella
no quedaron huellas,
tal vez rumores, quizás de amores,
de horizonte a horizonte
sólo había soledad.
El perfume evapora cuando
la rosa retorna a la cimiente.
Y dicen que dice la gente
que aquellos que sienten
sus pasos por la calle
los otros juran que mienten,
que esa mujer no existe,
que nunca es realidad
el sueño mágico de la mente
y, sin embargo, llegaron
a llamarla Soledad,
por ese nombre nada más.